La Administración Pública desempeña un rol fundamental en la preservación de la cultura y el arte de una nación. Trabajar en Patrimonio y Cultura se ha convertido en la pasión de Luis Lafuente, perteneciente al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado, apasionado por el arte e invitado del último episodio de Empleo Público. 

Abordar el patrimonio cultural desde el servicio público implica una profunda conexión con la riqueza histórica y artística, así como una constante búsqueda de propósito en cada acción que redunde en beneficio de la sociedad.

El encuentro de la vocación personal con la función pública

La trayectoria de Luis Lafuente es un claro ejemplo de cómo una vocación personal, manifestada desde la infancia, puede encontrar su cauce y desarrollarse plenamente dentro de la Administración Pública. 

Desde muy joven, el interés por la historia y el arte, cultivado a través de viajes familiares para conocer ciudades y monumentos como las plazas mayores y castillos de Castilla, se convirtió en una pasión duradera.

 Este interés inicial lo llevó a elegir la carrera de Derecho, sin abandonar nunca su «amor al arte». Años después, tras completar sus estudios y enfrentarse a un cambio de rumbo profesional, optó por presentarse a la oposición al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado (TAC). Este cuerpo, de naturaleza generalista y concebido para la polivalencia, se convirtió paradójicamente en el medio para su especialización en cultura y patrimonio a partir de 1996.

Lafuente se describe a sí mismo como un rara avis dentro de este cuerpo, precisamente por haber desarrollado una especialización tan definida en un ámbito tan específico. Esta particularidad subraya que la vocación y el interés genuino pueden moldear una carrera dentro de la Administración, permitiendo a los funcionarios encontrar un propósito significativo más allá de la descripción inicial del puesto. 

Él mismo aconseja que, especialmente en los cuerpos generales, como profesional «acabas yendo donde tú quieres, realmente», porque ciertos destinos «tienen un atractivo especial» que se descubre en el día a día. Esto valida la idea de que la administración pública ofrece vías para alinear las pasiones individuales con un impacto tangible en la sociedad.

La coordinación entre las Administraciones y su impacto en la ciudadanía

La experiencia de Luis Lafuente en la Dirección General de Función Pública son un testimonio de cómo roles aparentemente administrativos pueden ser cruciales para la operatividad de toda la Administración. En este puesto, gestionaba autorizaciones de personal laboral para todos los ministerios, lo que le permitió «darse a conocer en todos los ministerios»

Él reconoce que, «sin quererlo, realmente eran puestos estratégicos», lo que evidencia la interconexión fundamental que tejen los funcionarios en sus distintas responsabilidades.

La necesidad de una colaboración efectiva entre diferentes niveles administrativos es otra idea central en su carrera. Durante 13 años, Lafuente fue Subdirector General de Protección del Patrimonio Histórico y secretario del Consejo de Patrimonio Histórico

Destaca que la cultura es una «competencia concurrente», es decir, compartida entre el Estado, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos. En este Consejo se coordinan «todos los planes nacionales» de patrimonio, lo que demuestra la imperativa necesidad de una colaboración robusta y coordinada para la implementación de políticas públicas en áreas complejas. 

Esta interacción constante ha generado incluso relaciones personales sólidas, como la de un grupo que hoy se autodenomina «Frikis del Patrimonio».

Más allá de la coordinación, la acción pública de Lafuente ha tenido un impacto directo en la ciudadanía. Iniciativas como los Foros Juveniles del Patrimonio Histórico han logrado «sembrar esa sensibilidad por el patrimonio en los jóvenes», fomentando vocaciones y el estudio de la historia del arte. 

Sus logros más recientes en la gestión local en Madrid, como la declaración del Parque del Retiro y el Paseo del Prado como Patrimonio Mundial o la restauración de la Puerta de Alcalá, son ejemplos concretos de cómo el trabajo en la administración se traduce en beneficios tangibles para el público. 

Luis Lafuente resume la esencia del servicio público al afirmar que «es un trabajo que tú lo haces por servicio público», buscando siempre «el interés general de todos». Para él, «es muy gratificante hacer cosas que luego es en beneficio de toda la sociedad”.