Empleo Público: Opositar es la inversión más arriesgada para dormir tranquilo Andrés Trillo, Letrado Jefe del Instituto Nacional de la Seguridad Social
Esta semana en el programa «Empleo Público» nos ha acompañado Andrés Trillo, recién llegado de la celebración del XXX Aniversario del Pacto de Toledo, una fecha que él mismo definió como un «hito» de consenso en este país.
Andrés Trillo es Letrado Jefe de la Asesoría Jurídica del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) y miembro del Cuerpo de Letrados de la Seguridad Social.
El recorrido por su vida, desde su infancia en Málaga, marcada por la pasión por las aventuras, hasta su paso por las Universidades Laborales de Cheste y Alcalá de Henares, nos dejó dos ideas clave. Por un lado, entender la oposición como una inversión en estabilidad y, por otro, descubrir cómo la movilidad y la capacidad de adaptación muestran el verdadero valor de la función pública hoy en día.
Opositar es la mayor inversión de riesgo
Existe un tópico persistente: el funcionario es una persona poco arriesgada. Andrés Trillo lo desmiente con una contundencia reveladora:
una idea bastante arraigada en el imaginario colectivo es que el funcionario es una persona poco arriesgada. Sin embargo, Andrés Trillo desmontó este tópico con una reflexión que invita a repensarlo todo. Durante su intervención manifestó que «No hay una cosa más arriesgada en la vida que ser opositor.»
Con esas palabras, puso en valor el coraje, la disciplina y la determinación de quienes deciden apostar por una oposición, recordándonos que detrás de cada plaza hay una historia de esfuerzo y riesgo personal que pocas veces se reconoce.
Esta afirmación encapsula la realidad de quienes optan por la estabilidad. En este sentido, una persona decide dedicar dos, tres o cuatro años de su vida a jugárselo todo en una serie de exámenes decisivos. Es una inversión de tiempo, salud y esfuerzo sin garantías inmediatas. El éxito requiere que todos los «elementos astrales» se alineen: no enfermar, mantener la concentración y sostener una disciplina férrea durante años.
Pero esta disciplina, cultivada desde joven en la autogestión y la independencia de los internados, no es un fin en sí mismo, sino la clave de la recompensa. La estabilidad que ofrece el Cuerpo de Letrados o cualquier plaza pública no se mide solo en dinero, sino en calidad de vida.
La mayor satisfacción que ofrece el trabajo público es «poder dormir las noches tranquilamente,» con la certeza de haber realizado un trabajo correcto, útil y fundamental para el Estado Social. Esta sensación de seguridad y utilidad es el verdadero premio por el riesgo asumido al inicio del camino.
La Función Pública: cátedra de servicio y adaptación
La carrera de Andrés Trillo, marcada por destinos tan diversos como Almería, Ávila, Jaén, Pontevedra y Vigo, subraya otra enseñanza vital: el valor de la “movilidad y la adaptación”.
El cambio constante de destino y de puestos de trabajo enseña al funcionario a «ver las cosas de una manera distinta» y a comprender que cada ciudad y cada administración tiene su propia cultura y funcionamiento.
Esta capacidad de convivencia y adaptación, aprendida al compartir habitación con hijos de mineros y agricultores en la Universidad Laboral, es una habilidad esencial en una administración que debe servir a todo el país y la diversidad que converge en él.
Así mismo, la función pública es un honor que exige la “transmisión del conocimiento”. En este contexto, para Trillo, compaginar la abogacía con la docencia, donde ha visto a antiguos alumnos convertirse en compañeros, es una prolongación de su trabajo. La docencia y la investigación (con 11 libros publicados y más de 90 artículos) son su forma de “anticiparse a los problemas” y garantizar la formación de las nuevas generaciones.
Por su parte, reconoce que defender al Instituto Nacional de la Seguridad Social ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea e stodo un «privilegio y un honor«.
Con su entrevista, nos deja una propuesta de mirada al futuro ya que, según él, la Seguridad Social necesita un «golpe de timón», una renovación cultural similar a la que experimentó en los años 80 con la creación de las entidades gestoras, para evitar vivir de las rentas y asegurar su pertinencia.
Además, nos proporciona una invitación clara a opositar. La función pública no solo ofrece estabilidad, sino la oportunidad de ser parte de esa próxima gran reforma. La constancia y la disciplina son obligatorias. El trabajo debe abordarse con ganas, pero sin desfallecer, sabiendo que la función pública es «lo mejor del Estado Social Democrático de Derecho».







