El programa de hoy nos lleva a la esencia de la carrera administrativa, demostrando que la Formación Posgrado es, sin duda, el catalizador imprescindible para el progreso profesional y la adaptación de competencias en una Administración que, como insiste Fernando González, profesor de Ciencias Políticas y de Administración en la Universidad Carlos III de Madrid. no es un «gran mastodonte inmóvil,» sino un complejo de organizaciones en constante cambio. 

La trayectoria de González subraya que el camino hacia la gestión pública de alto nivel a menudo es una búsqueda vocacional inesperada. 

De la búsqueda personal a la excelencia analítica

Sus ambiciones de juventud, desde el camionero viajero, al médico o al soldado, revelan un deseo persistente de conocer el mundo y salir de lo establecido

Este espíritu curioso encontró su cauce en la Ciencia Política y la Sociología, disciplinas que le ofrecieron un «flechazo» intelectual por su capacidad para analizar grupos humanos, conflictos y desigualdades. Esta base social y humanista fue crucial para su siguiente paso: el Máster en Administración Pública del INAP.

 Aunque inicialmente le parecía «aburrido» y «burocrático,» pronto descubrió que el programa no se enfocaba solo en el Derecho Administrativo, sino en el management, la gestión estratégica de recursos humanos, la planificación y la evaluación de políticas

Este giro conceptual, que trata a la AAPP como una organización dinámica, fue el que cautivó al sociólogo, dotándolo de herramientas aplicables en cualquier entorno. La formación en esta visión de gestión, más que en la rigidez legalista, le permitió afrontar su primer gran reto: un estudio sobre el clima laboral entre los empleados públicos de la Junta de Castilla-La Mancha. 

Este encargo, aceptado con el coraje de quien decide aprender sobre la marcha, demostró que las inquietudes por las personas y los problemas sociales que lo llevaron a la Sociología tienen un impacto directo y vital dentro de la Administración. 

La conclusión es clara: la excelencia del funcionario público se forja con una formación continua que prioriza la visión gerencial y la capacidad de adaptación por encima de la especialización estanca. Esta es la base sólida que exige un servicio público que es, ante todo, un motor de servicios esenciales como la sanidad o la educación.

El desafío tecnológico: la urgencia de conectar la Universidad con la innovación

La experiencia de Fernando González, tanto en la academia (Universidad Carlos III y Complutense) como en la gestión de proyectos de postgrado en la Fundación Ortega y Gasset, revela una asignatura pendiente fundamental para la modernización de las Administraciones Públicas: la desconexión entre la formación superior y el acceso a la Función Pública. 

González señala que, a pesar de existir grados específicos en Gestión y Administración Pública, el estudiante que se gradúa debe competir en las mismas condiciones que cualquier otro en las oposiciones, lo que desincentiva y devalúa la formación especializada

Es imprescindible cerrar este «engarce» entre la teoría y la práctica para capitalizar el nuevo talento. Este déficit se hace especialmente visible en su ámbito de trabajo actual: la Contratación Pública de la Innovación (CPI)

Desde su consultora, González confirma que la Ley de Contratos del Sector Público, como suele ocurrir con la legislación, siempre «va por detrás» de los cambios sociales y tecnológicos. Para adaptar el marco regulatorio a la realidad actual y futura, es imperativo que la Ley de Contratos incorpore plenamente herramientas como la Inteligencia Artificial, el Big Data y el Blockchain

Estas tecnologías no son un mero adorno; son necesarias para garantizar mejoras sustanciales en la eficacia, la eficiencia, la transparencia y la trazabilidad de los contratos, revolucionando el ciclo completo de los procesos de contratación pública. 

Por ello, el consejo final a quien inicia su carrera pública —pensando con gran vigor que podría cambiar el mundo— es que «es posible cambiar muchas cosas». Pero para lograrlo, se requiere una formación de postgrado orientada al management, la voluntad de aprender de los errores y, sobre todo, la capacidad de utilizar esa excelencia analítica y gerencial para impulsar la innovación, cerrando así la brecha entre la Ley y el futuro tecnológico del Estado.