Curva del olvido: cómo utilizarla en tu oposición
¿Te ha pasado que estudias algo hoy y, pocos días después, ya no recuerdas casi nada? Memorizas un tema, lo entiendes, pero semanas más tarde… te das cuenta de que lo has olvidado casi por completo. No te alarmes, no se trata de un problema tuyo, es un proceso natural de la memoria. Se conoce como curva del olvido, un fenómeno que afecta a todos y que forma parte de los principios básicos de la psicología del aprendizaje.
Comprender el funcionamiento de este proceso y, sobre todo, saber cómo contrarrestarlo, es clave si estás preparando una oposición y necesitas retener conocimientos a largo plazo. Por ello, no se trata de dedicar más horas al estudio, sino definir una estrategia que optimice lo aprendido, contemplando fases de estudio y repaso.
¿Qué es la curva del olvido?
El cerebro humano está diseñado para ser eficiente. En lugar de almacenar toda la información que recibe, prioriza y descarta aquello que no considera útil o relevante. Y esa importancia se basa, en gran parte, en si volvemos a utilizar o repasar dicha información. En definitiva, lo que no se repasa, se olvida.
Desde un punto de vista evolutivo, este mecanismo tiene lógica. Si no volvemos a necesitar un dato, probablemente no sea importante para nuestra supervivencia o funcionamiento diario. Sin embargo, en el contexto del estudio, esto supone un verdadero obstáculo.
En este contexto, entra en juego la curva del olvido, un principio clave de la psicología del aprendizaje, que explica cómo y por qué olvidamos lo que aprendemos con el paso del tiempo, especialmente cuando no lo reforzamos activamente a través del repaso.
Origen: La curva del olvido de Ebbinghaus
El concepto de la curva del olvido fue desarrollado a finales del siglo XIX por Hermann Ebbinghaus, un psicólogo alemán pionero en el estudio científico de la memoria. Mediante una serie de experimentos con sílabas sin sentido (para evitar asociaciones previas), Ebbinghaus fue el primero en demostrar empíricamente cómo y a qué ritmo se deteriora la memoria humana.
De esta manera, demostró que la mayor parte del olvido ocurre poco tiempo después de haber aprendido algo nuevo. Si no volvemos a repasar la información, esta empieza a desaparecer de nuestra memoria a gran velocidad, especialmente durante las primeras horas y días posteriores.
En efecto, el modelo muestra cómo el cerebro va olvidando la información si no se refuerza, concluyendo que:
- Al cabo de 24 horas de aprender algo, se puede olvidar hasta el 70% del contenido.
- Después de 7 días, el recuerdo se reduce al 30%.
- Tras un mes sin repasar, la retención es del 10% o inferior.
Esta representación visual de cómo disminuye la retención de información con el transcurso del tiempo, se vence con repasos periódicos, consiguiendo que la información se consolide en la memoria a largo plazo.
¿Cómo planificar los repasos de la curva del olvido?
Al aprender algo nuevo, la memoria está fresca, pero se deteriora rápidamente en las primeras horas. De esta forma, con cada repaso, fortalecemos esa huella en la memoria y conseguimos que tarde más en olvidarse. Es decir, la curva se aplana y el conocimiento se mantiene más tiempo con menos esfuerzo.
Aplicar la curva del olvido de forma efectiva requiere integrarla en la planificación diaria de estudio, incluyendo bloques de tiempo específicos para los repasos. Así, deben programarse estas sesiones en momentos estratégicos, justo antes de que la información empiece a desaparecer.
Con todo, repasar no significa simplemente volver a leer los temas. Los repasos deben ser activos, con preguntas tipo test, usando flashcards, haciendo resúmenes sin mirar, con explicaciones en voz alta o elaborando esquemas desde cero. Cuanto más activamente se trabaje con la información, más sólido será el recuerdo.
Curva del olvido: ¿cada cuánto repasar?
Una manera práctica de aplicar la curva del olvido es a través de la repetición espaciada. Esta técnica consiste en repasar la información en momentos clave, dejando entre cada repaso un intervalo de tiempo progresivamente mayor. Este enfoque permite consolidar los conocimientos en la memoria a largo plazo y evitar que se desvanezcan con el paso de los días.
Una secuencia de repaso orientativa, especialmente útil en la preparación de oposiciones, podría ser la siguiente:
- Día 1: estudio inicial del tema.
- Día 2: primer repaso, al día siguiente, para fijar conceptos básicos.
- Día 4 o 5: segundo repaso, reforzando la retención a corto plazo.
- Día 7: tercer repaso, para afianzar el contenido antes de que empiece a olvidarse.
- Día 15: cuarto repaso, enfocado en consolidar la memoria a medio plazo.
- Día 30: repaso mensual de mantenimiento, para la memoria a largo plazo.
Esta estructura no solo mejora la retención, sino que permite activar conocimientos previos antes de abordar nuevos temas, para una mayor comprensión global del temario y favoreciendo el aprendizaje acumulativo.
Además, es recomendable adaptar los repasos a las necesidades de cada estudiante. Se pueden organizar los contenidos por bloques temáticos, alternar materias o priorizar temas que resulten más difíciles, repitiéndolos con más frecuencia.
¿Cómo aplicar la curva del olvido en las oposiciones?
Los opositores se enfrentan a un gran desafío a nivel intelectual: retener y dominar grandes cantidades de información durante largos periodos de tiempo. En este contexto, olvidar no es una opción, especialmente cuando una plaza en la función pública depende de recordar con precisión el día del examen.
Por ello, desde Opostal, ofrecemos una serie de consejos prácticos que puedes incorporar a tu planificación para optimizar el estudio y consolidar el recuerdo a largo plazo.
- No estudies para hoy, estudia para el mañana: muchos opositores estudian sin pensar en la retención real del contenido. Sin embargo, el objetivo no es entender un tema hoy, sino recordarlo cuando llegue la fecha del examen.
- Planifica repasos desde el inicio: uno de los errores más comunes es dejar los repasos “para cuando haya tiempo». Si no se incluyen desde el principio en el calendario de estudio, lo más probable es que se olvide buena parte de lo estudiado. Los repasos deben estar programados con la misma importancia que el estudio de temas nuevos.
- Adapta los intervalos de repaso al ritmo y circunstancias de cada uno: aunque existen pautas generales, no todos los opositores tienen el mismo ritmo, disponibilidad ni están en la misma fase del proceso. En etapas intensivas, se necesita repasar con más frecuencia, mientras que en fases más avanzadas, se pueden espaciar más estos repasos. Con todo, lo importante es mantener una regularidad adaptada a la situación personal de cada uno.
- Prioriza los temas más difíciles de retener: no todos los contenidos requieren el mismo esfuerzo de repaso. Aquellos que cuesten más, tengan mayor importancia o impliquen más memorización (listas, datos concretos, plazos…), deben revisarse con más frecuencia y profundidad.
- Haz repasos activos, no pasivos: no es suficiente con releer apuntes. Deben emplearse técnicas de estudio activo que obliguen al cerebro a recuperar la información (tests, escribir de memoria lo que se recuerde, explicaciones en voz alta, esquemas…). Cuanto más activo sea el repaso, más duradero será el aprendizaje.
- Una herramientas que ayuden a la organización: tanto si se usan métodos tradicionales (agenda, cuaderno, fichas) como digitales (hojas de cálculo, u otras apps con repetición espaciada), lo importante es llevar a cabo un registro de los temas que se han estudiado y los que deben repasarse. Esto contribuye a mantener el control, evitar olvidos y ser constante.
- Aprovecha los repasos cortos y frecuentes: no es necesario dedicar horas enteras a repasar un tema para que sea efectivo. A menudo, sesiones breves de 10-15 minutos bien enfocadas son suficientes para consolidar conocimientos.
En definitiva, no se trata de cuánto estudias, sino de cómo y cuándo repasas lo que has estudiado. Conocer el funcionamiento de la memoria y aplicar estrategias como la curva del olvido puede marcar la diferencia en tu rendimiento.
En Opostal, trabajamos para que nuestros alumnos estudien y repasen con método, criterio y estrategia. Por eso, incorporamos técnicas como esta en nuestros planes de preparación, ayudándote a avanzar con seguridad y eficiencia hacia tu plaza.